Fragmento sobre evangélicos

Hay días en que te odio y cuando eso pasa
camino hasta la plaza en tacones
y me siento a tirarle pan a las palomas:
entonces llega el tipo de la iglesia
y conecta el megáfono mientras me lanza una mirada de desprecio.
Yo me levanto y salgo a andar hasta que termina de predicar el evangelio
pero nunca me alejo más de tres cuadras:
primero, porque a esa altura se empiezan a escuchar los gritos
y segundo, porque más allá de eso
podría encontrarme contigo en cualquier esquina.

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